Ha muerto un caballero cristiano: Alfonso Coronel de Palma


Los grandes hombres no suelen tener mucho espacio mediático en la época que vivimos. Por eso, no creo que la muerte de Alfonso Coronel de Palma encuentre el eco que se merece en las principales cabeceras del país. Me imagino que le dedicaran alguna necrológica, algún artículo de opinión suelto, y poco más. Espero equivocarme, pero los altavoces mediáticos de esta España nuestra son fiel reflejo de la decadencia de todo un pueblo o, en algunos casos, agentes proactivos de ese declive en nuestra querida Celtiberia.

Y a los grandes hombres, que son los que nos sirven como modelos para edificarnos como personas, hay que ponderarlos y darlos a conocer como ejemplos que construyen humanidad. Y este es el caso de Alfonso Coronel de Palma.

Alfonso era, antes que nada, un caballero. Jamás le escuché una crítica ácida hacia nadie. Tampoco hacia sus enemigos. Y si maliciosamente le pinchabas para que soltara alguna culebra por la boca, sonreía, liberaba alguna carcajada… y pasaba página.

Alfonso tampoco llevaba cuentas del mal. Faenas le hicieron unas cuantas. Sobre todo a nivel profesional. Navajazos por arriba y por abajo como para poner mala cara y reclamar un poco de respeto. Nada de nada. Prefería no magullar su corazón guardando rencores y mirar, con serenidad, hacia el futuro.

Alfonso era leal. Su palabra era su contrato. Si se confirmaba un acuerdo verbal, lo cumplía. No buscaba atajos ni excusas. Era cabal. Te podías fiar de él al cien por cien.

Y un gran conversador. Alfonso era atento, simpático y persuasivo. Si te invitaba a comer a la Gran Peña ya sabías que debías bloquear toda esa tarde… para disfrutar de lo lindo de esa conversación que entremezclaba lo divino y lo humano.

Alfonso era honrado y austero. En sus nueve años al frente de la ACdP y CEU a las que dedicó miles de horas, jamás cobró un euro por ello. Ni tampoco buscaba tener prebendas tipo coche de empresa, chófer o cosas similares. Promovía una justicia social, y él era el primero en dar testimonio de ello.

Alfonso era delicado. Cuando tienes a tus órdenes unos cuantos cientos de cargos es normal que haya cambios. Unos entran, otros salen o se reajustan en otros puestos. Alfonso no era partidario del «ordeno y mando». Y, doy fe, que se tomaba su tiempo en convencer a las personas en aceptar esas mutaciones laborales.

Y, además, Alfonso Coronel de Palma era un católico comprometido, fiel hijo de la Iglesia, e impulsor de infinidad de proyectos de evangelización. Él fundó los exitosos Congresos de Católicos y Vida Pública que han sido la plataforma más importante del catolicismo social en España. Logró que los congresos fueran, sobre todo, una manera de poner en práctica la comunión eclesial. Todos los carismas y sensibilidades eclesiales compartían espacio y se conocían, logrando derrumbar muros de ignorancia e incomprensión.

«Nos hacen falta muchos Alfonsos Coroneles de Palma en nuestro país. Personas con su altura de miras, gran corazón y equilibrio de juicio. Hombres con actitud de servicio sin esperar nada a cambio»

Su presidencia en la Asociación Católica de Propagandistas, y su obra más reconocida, la Universidad San Pablo-CEU, así como los colegios, marcó un revulsivo en el carisma fundado por el Padre Ángel Ayala SI, y desarrollada posteriormente por el cardenal Herrera Oria. La ACdP y el CEU tuvieron, con Alfonso, una presencia real en la sociedad con la celebración de los congresos de Víctimas del Terrorismo, la creación del Instituto Ángel Ayala, así como otras iniciativas que convirtieron a la ACdP en un cuerpo vivo, tanto eclesial como civilmente.

Bajo la presidencia de Alfonso, el CEU se convirtió en una casa abierta dispuesta a ayudar todo proyecto que valiera la pena tanto para construir Iglesia como sociedad. Era público que podías acudir a Alfonso para presentarle iniciativas, y él, por lo menos, escuchaba e intentaba arrimar el hombro.

Y lo mismo hizo como presidente del Grupo COPE. Intentó modernizarla, dotarla de una nueva cultura de funcionamiento… pero no le dejaron tiempo para asentar tantos cambios.

Nos hacen falta muchos Alfonsos Coroneles de Palma en nuestro país. Personas con su altura de miras, gran corazón y equilibrio de juicio. Hombres con actitud de servicio sin esperar nada a cambio.

Alfonso, te echaremos de menos…

Publicado en Religión en Libertad


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