¿Quién está detrás de Dolça Catalunya?

Dolça Catalunya se ha convertido en un movimiento de resistencia al nacionalismo supremacista
Dolça Catalunya se ha convertido en un movimiento de resistencia al nacionalismo supremacista

Pongamos que se llaman Josep y Mariona. Llevan varios años casados y Josep proclama a los cuatro vientos que ama con locura a su esposa. “No hay otra mujer como Mariona. Es la más lista, la más guapa, la más cariñosa… es la más…”. Todo su tiempo es para ella. Pero los celos se hacen presentes en la cabeza de Josep, y el nerviosismo toma su cuerpo. “¿Por qué hablas con Manel, el vecino del quinto y te fijas por la calle en José Ángel, el frutero de la esquina?”. Los reproches van en aumento, y la violencia verbal, primero, y física, después, se hace cotidiana. Los amigos intentan razonar: “Por favor, Josep, ¿no te das cuenta que estás convirtiendo la vida de tu mujer en un infierno?”. Pero es inútil. Por más argumentos sensatos que le ofrezcan sus amigos y familiares, nada hace cambiar la actitud de Josep. Un día, Mariona, la amada de Josep, muere estrangulándola en la cocina de su casa…

Esta es, quizás, la metáfora de la Cataluña de hoy. Una parte significativa de catalanes que dicen amar con locura su tierra; la aman tanto que la acaban estrangulando. No atienden a razones, ni al seny. No importa la tozuda realidad que contradice sus sueños. Mientras vociferan su amor a la tierra, la van matando poco a poco. Han distorsionado el amor de tal manera que al final es el odio lo que impera.

Gritan que Cataluña es “un sol poble”. Pero nunca ha estado tan fraccionada y enfrentada como hoy. Hablan de prosperidad en un país independiente. Pero 5.000 empresas huyen, no hay bancos autóctonos y la inversión extranjera se desploma.  Escriben del Paraíso que están construyendo en la tierra, pero la gente normal, la que se levanta al alba para ir a trabajar o llevar a sus hijos al colegio, muestra su angustia por esa “fina lluvia de odio” que palpa todos los días en la calle.

Pero lo peor es el desánimo de esa mayoría de catalanes libres de nacionalismo que se sienten huérfanos, solos y abandonados. Y es lógico. Llevamos décadas dando palos de ciego sin saber cómo hincarle el diente a esta pesadilla que se llama nacionalismo. Unos creían que “Madrit lo solucionará”, pero ya hemos comprobado que los intereses de los partidos políticos nacionales, la dinámica de las cesiones permanentes “para que el souflé baje” o “para que los nacionalistas se conformen”, la convicción de que “con más dinero esto se arregla,”  y toda esa retahíla de frases rimbombantes fabricadas por plumillas ignorantes, y adoptadas por los políticos, no es más que material intelectual de desecho que no sirve para nada, y no soluciona nada de nada.  Y así se ha demostrado.

Otros pensaban que la burguesía, en otros tiempos dinamizadora de la sociedad, despertaría para liderar una respuesta a la decadencia que estamos viviendo. Pero tampoco. Ni está ni se le espera. Y no digamos de la desvanecida sociedad civil, que sigue amordazada, más pendiente de recibir subvenciones del Poder que de abrir la boca. Tampoco podemos esperar nada de los intelectuales y periodistas. En otras épocas valientes profetas ante la injusticia y la censura, pero hoy callados y sumisos ante las instrucciones de los que mandan. ¿Y los empresarios? ¿Y la Iglesia? ¿Y…? La pregunta sería más bien: ¿Hay algún heterodoxo, algún subversivo, algún quijote que quiera enfrentarse al nacionalismo que está estrangulando a nuestra amada Cataluña?

Hasta ahora había unos cuantos valientes. La resistencia, podríamos decir, conformada por una serie de admirables asociaciones y personas a los que se les trataba con apestados o locoides. Y poco más. Es normal que los nacionalistas se sintieran seguros cada vez que había que “jugar un partido”. El rival, esa resistencia heroica que no estaba dispuesta a arrodillarse al Poder nacionalista, o no se presentaba, o apenas lo hacía con medio equipo y sin afición que les diera ánimos. Para llorar…

Pero todo esto cambió cuando nació Dolça Catalunya. Fue hace seis años. Y un simple blog, sin estructura, ni trabajadores, ni dinero, ni subvenciones… solo con la labor desinteresada de unos cuantos voluntarios, llegó a convertirse en el blog más leído de toda España. Y tras 14.000 artículos publicados, ha pasado de ser un blog a convertirse en un movimiento social. Son los dolços, esos catalanes libres de nacionalismo que han dicho basta.

Hasta ese momento no había nadie que los organizara. Había francotiradores que proporcionaban argumentos, pero no existía un movimiento que los agrupará. Y fue Dolça Catalunya la que fue arropando a esa mayoría de catalanes que se resistía a seguir marginada, y les transmitió munición intelectual para plantar cara al nacionalismo. Hoy ya es un verdadero movimiento: los dolços, y es normal que el mundo indepe los odie con furor.

No existe un altavoz más eficaz, y es logico que los llamados “políticos constitucionalistas” quieran controlarlo para sacar rédito electoral. Y, cuando no pueden, lanzan a sus terminales mediáticas para amedrentar y satanizar. Pero acaban consiguiendo el efecto contrario. Más audiencia y más apoyo. En definitiva: más dolços dispuestos a dedicar su tiempo a construir una sociedad sin odios ni supremacismos.

Pero, ¿quién está detrás de Dolça Catalunya? Un grupo de catalanes de todas edades y condición. Son 36. Hay más, aunque son los colaboradores más habituales. ¿Y por qué no dan la cara? Porque no quieren. Tienen derecho a vivir tranquilos sin que les violenten con escraches físicos, persecuciones en las redes o amenazas telefónicas a sus familias. No quieren ser señalados en sus vecindarios al estilo nazi, cuando las SS marcaban con pintura las casa de los judíos, y que los CDR han copiado tan bien para denunciar a los Botiflers o las “bestias con forma humana”, es decir, a todo el que no comulgue con el credo nacionalista.

No nos engañemos, lo que se vive en Cataluña no es normal. Y mostrarte públicamente como dolço te asegura problemas de todo tipo. También, laborales. Ellos no desean protagonismo político porque lo suyo es la vida sencilla y normal, de la calle. Quieren ser libres para poder describir la realidad tal como es. Los dolços nacieron para poner el foco en el nacionalismo, no en ellos; para juzgar ideas, no personas, y así quieren seguir.

¿Y este libro quién lo ha escrito? Esos 36. Al final del libro hay un apartado en dónde figuran los apodos de estos admirables patriotas.

¿Y quién cobrará los derechos de autor? Ellos no se llevarán un euro de las ventas del libro. Todo el beneficio que les corresponda lo transferirán a la Asociación Pro Huérfanos 
de la Guardia Civil, y a la Fundación Huérfanos del Cuerpo de Policía Nacional en “agradecimiento catalán por el esfuerzo realizado para preservar la ley y la convivencia en Cataluña durante el golpe separatista”.

Creo que no existe un libro en el mercado que explique de forma tan sencilla y clara que tenemos un problema. Que ese problema se llama nacionalismo. Y, que, a pesar de todos los cabestros que nos gobiernan, lo vamos a superar. ¿Cómo? Con una hoja de ruta que viene explicitada y que cualquiera puede aplicar en su circunstancia particular.

Hay esperanza en Cataluña. Los dolços no se resisten a morir. Podemos derrotar al nacionalismo. Creo que en este libro está la receta y, si la ponemos en práctica, ese amor desordenado de Josep dejará paso a una equilibrada estima por lo propio que saneará las mentes y los corazones de toda la sociedad catalana.

Álex Rosal, editor

Del prólogo del libro «Dolça Catalunya» publicado en 2019 por LibrosLibres


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